Cuatro años después de que hicieramos el intento de subir a la bola del mundo desde el valle de la Barranca, lo volvíamos a intentar esta vez con un tiempo mucho más benévolo. Del frío de diciembre de 2006 pasábamos al calor (o al menos eso esperábamos) de agosto de 2010. Aún así, la subida hasta Navacerrada y su posterior descenso se puede considerar como exigente.
Al igual que en la ocasión anterior iniciamos la subida aparcando los coches en las proximidades del hotel "la Barranca", ya en pleno valle. Ahora la nieve no oculta la senda evidente por la que debemos caminar y metro a metro vamos subiendo hacia lo alto del valle. El tiempo está revuelto y el cielo se va cubriendo de nubes cada vez más negras. Estamos llegando al teleférico de Navacerrada y la lluvia hace acto de presencia. La temperatura baja y el viento sopla con fuerza.
Afortunadamente podemos buscar refugio en las instalaciones del teleférico y en el bar que nos encontramos podemos tomar un tentenpie esperando a que amaine.
Pasados unos minutos intentamos continuar el camino pero al poco tiempo de salir de las instalaciones del teleférico comienza a llover nuevamente. Los chubascos se suceden intermitentemente y nos volvemos a refugiar esperando que el tiempo mejore un poco.
Por fin llega el momento de continuar. Ha dejado de llover y aunque amenaza volver a hacerlo decidimos comenzar el regreso.
Nos encontramos con un fuerte desnivel bajando por canchales de roca suelta y que ponen a prueba nuestros tobillos y rodillas. Sin duda la decisión que tomamos en diciembre de no continuar fue muy acertada ya que descender por aquí con niebla nieve y hielo habría sido sin duda una imprudencia que nos podía haber puesto en un buen aprieto.
Poco a poco nos acercamos a los coches. A medida que vamos bajando se nota que sube la temperatura y que el valle nos abriga y protege de los vientos que soplan en la cima. La roca desnuda poco a poco va dejando asomar una vegetación raquítica al principio donde los piornos y ceburnales aparecen retorcidos por los vientos que soportan pero que va tornándose cada vez más frondosa y verde a medida que bajamos.
Por fin llegamos al final. Sigue lloviendo y estamos cansados pero la cervecita nos espera y aunque esta vez algunos deciden cambiarla por un café calentito a todos nos reconforta. Ha sido una dura marcha.
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