Quien más y quien menos conoce el cañón del río Duratón. Para nosotros no era una novedad pasear entre sus altas paredes pero lo cierto es que hacía muchos años que no pasábamos por allí. Esta es la marcha más tranquila de todas las que hemos hecho hasta ahora. El terreno es prácticamente llano y la dificultad mínima.
La ruta la iniciamos próximos a la localidad de Sépúlveda, en Segovia, villa que todavía conserva su estructura medieval y que merece la pena ser visitada. Enseguida nos adentramos en el cañón y poco a poco las paredes se van estrechando y levantando hasta que se nos muestra el cañón en toda su plenitud.
En las cuevas y oquedades quedan restos de pinturas rupestres, muchas ellas deterioradas por los anidamientos de los buitres.
Aquí el rey de los cielos es el buitre leonado, al que se puede divisar en numerosas ocasiones volando sobre nuestras cabezas, entrando o saliendo de sus nidos.
El cañón está plagado de ermitas, monasterios y puentes romanos, y sin duda no podemos dejar de destacar la emita de San Frutos. Desde allí se pueden divisar unas vistas espectaculares de gran parte del cañón y es un lugar ideal para ver una puesta de sol que nos anuncia el final de una nueva jornada de senderismo, esta vez muy tranquila y sosegada.
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